jueves, 18 de febrero de 2010

CENTENARIO NACIMIENTO DE MIGUEL HERNÁNDEZ



Este año es el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, por ello vamos a ir conociendo aspectos de su vida que están íntimamente relacionados con el contenido de su obra poética. Aquí tenéis un enlace para que podáis curiosear sobre este autor alicantino.


Miguel Hernández virtual
Biografía del autor, estudios realizados, artículos de análisis y extractos de trabajos inéditos.
http://www.miguelhernandezvirtual.com/xml/


A MIGUEL HERNÁNDEZ, ASESINADO EN LOS PRESIDIOS DE ESPAÑA
PABLO NERUDA

LLEGASTE a mí directamente del Levante. Me traías,

pastor de cabras, tu inocencia arrugada,

la escolástica de viejas páginas, un olor
a Fray Luis, a azahares, al estiércol quemado
sobre los montes, y en tu máscara
la aspereza cereal de la avena segada
y una miel que medía la tierra con tus ojos.


También el ruiseñor en tu boca traías.

Un ruiseñor manchado de naranjas, un hilo

de incorruptible canto, de fuerza deshojada.
Ay, muchacho, en la luz sobrevino la pólvora
y tú, con ruiseñor y con fusil, andando

bajo la luna y bajo el sol de la batalla.


Ya sabes, hijo mío, cuánto no pude hacer, ya sabes

que para mí, de toda la poesía, tú eras el fuego azul.

Hoy sobre la tierra pongo mi rostro y te escucho,
te escucho, sangre, música, panal agonizante.


No he visto deslumbradora raza como la tuya,

ni raíces tan duras, ni manos de soldado,

ni he visto nada vivo como tu corazón

quemándose en la púrpura de mi propia bandera.


Joven eterno, vives, comunero de antaño,

inundado por gérmenes de trigo y primavera,

arrugado y oscuro como el metal innato,
esperando el minuto que eleve tu armadura.

No estoy solo desde que has muerto. Estoy con los que 

 te buscan.

Estoy con los que un día llegarán a vengarte.

Tú reconocerás mis pasos entre aquellos
que se despeñarán sobre el pecho de España
aplastando a Caín para que nos devuelva
los rostros enterrados.


Que sepan los que te mataron que pagarán con sangre.

Que sepan los que te dieron tormento que me verán un día.

Que sepan los malditos que hoy incluyen tu nombre
en sus libros, los Dámasos, los Gerardos, los hijos
de perra, silenciosos cómplices del verdugo,
que no será borrado tu martirio, y tu muerte
caerá sobre toda su luna de cobardes.
Y a los que te negaron en su laurel podrido,
en tierra americana, el espacio que cubres
con tu fluvial corona de rayo desangrado,
déjame darles yo el desdeñoso olvido
porque a mí me quisieron mutilar con tu ausencia.


 Miguel, lejos de la prisión de Osuna, lejos
 de la crueldad, Mao Tse-tung dirige
 tu poesía despedazada en el combate 

 hacia nuestra victoria.

  Y Praga rumorosa

  construyendo la dulce colmena que cantaste,
  Hungría verde limpia sus graneros
  y baila junto al río que despertó del sueño.
  Y de Varsovia sube la sirena desnuda
  que edifica mostrando su cristalina espada.


  Y más allá la tierra se agiganta, la tierra

  que visitó tu canto, y el acero

  que defendió tu patria están seguros,
  acrecentados sobre la firmeza  de Stalin y sus hijos.
   Ya se acerca la luz a tu morada.
 Miguel de España, estrel


 de tierras arrasadas, no te olvido, hijo mío,

  no te olvido, hijo mío!

  Pero aprendí la vida
 con tu muerte: mis ojos se velaron apenas,

y encontré en mí no el llanto sino las armas
 inexorables ¡Espéralas!¡ Espérame!

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